lunes, 18 de enero de 2016

MEDICAMENTOS QUE MATAN Y CRIMEN ORGANIZADO: CUANDO LAS FARMACÉUTICAS ESTÁN DIRIGIDAS POR SOCIÓPATAS.

"La mayor parte de los beneficios de la industria farmacéutica proviene de medicar a personas que estarían mucho mejor si no tomaran ningún medicamento". Estas duras palabras son pronunciadas por el biólogo y químico danés Peter C. Gotzsche, el cual ha escrito un libro titulado "Medicamentos que matan y crimen organizado", cuya lectura hará que no veas los consejos de los profesionales de la salud de la misma forma.

Y es que con una serie de datos y testimonios claros, este biólogo prácticamente tacha a las empresas farmacéuticas de criminales, y a los gobiernos de cómplices de crímenes masivos, donde únicamente importa el beneficio económico, aunque sea a costa de provocar muertes en los pacientes que a menudo no son conocidas por el público, pero que son muy conocidas y ocultadas dentro de la industria farmacéutica.

Gotzsche habla de un sistema de salud corrompido por el interés y beneficio económico de las farmacéuticas, así como cuestiona la validez de los ensayos clínicos, la seguridad de ciertos medicamentos que han sido aprobados, la profesionalidad de los comités examinadores y la eficacia de los psicofármacos.


En el libro aparece el testimonio de un visitador médico, el cual recuerda el discurso de motivación de ventas de un directivo de una farmacéutica:

"Debemos estar ahí susurrándole a los médicos en la oreja para que receten Neurotin para los dolores, neurotin para el tratamiento con monoterapia, Neurotin para tratar el trastorno Bipolar, Neurotin para todo. Y no quiero oír ni una sola palabra sobre esa mierda de la seguridad".

Y este mensaje, en la industria farmacéutica, no es una excepción, sino lo más habitual.

Los científicos han intentado alertar (sin éxito) a los Gobiernos de algunos países sobre el peligro de ciertos medicamentos, cuyos efectos adversos han sido probados y ocultados para que el medicamento pudiera comercializarse.

Fármacos antiarrítmicos han provocado más de 50.000 muertes al año en Estados Unidos. El Rofecoxib podría haber sido el responsable de la muerte de al menos 120.000 personas en el mundo, mientras que ciertos antiinflamatorios no esteroideos podrían estar causando la muerte de más de 20.000 pacientes anuales por úlcera.

Casi 200.000 personas han muerto en Europa por los efectos adversos de algunos medicamentos de los que gran parte, podrían no haber sido necesarios para el paciente.

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Asimismo, numerosos daños de la medicación que surge un tiempo después, cuando es demasiado tarde para achacar el problema a un medicamento que tomamos meses o años atrás.

Gotzsche define sin tapujos esta actuación de las farmacéuticas como "mafiosa", pues la historia, según el biólogo, está llena de ocultación de datos sobre efectos adversos de medicamentos, y esta industria, como cualquier otra empresa, únicamente quiere masificar sus beneficios económicos, aunque sea a costa de sobremedicar a la población, pues realmente,cuantos más medicamentos tome una persona, más medicamentos deberá tomar en un futuro.

Gotzsche habla de cómo las farmacéuticas extorsionan a los gobiernos, hablando del caso del Prozac y su comercialización en Suecia, un lugar donde este fármaco no estaba aprobado, y donde la compañía farmacéutica tenía interés en comercializar.

Finalmente, como en la mafia, el responsable de la farmacéutica consiguió averiguar a qué persona se debía dirigir para que este medicamento fuera aprobado y, a base de sobornos, hoy día el Prozac se comercializa en Suecia, al igual que en otras partes del mundo.

Como mucha gente ya sabe, el Prozac es un medicamento que se toma para la depresión, y que está en el punto de mira, al ser un antidepresivo que ha mostrado en algunos casos un efecto secundario muy particular: el suicidio.

Y para protegernos de estas actuaciones similares a la mafia, tenemos la Agencia Europea del Medicamento.

Esta agencia es la encargada de proteger a los pacientes de las prácticas dudosas de las farmacéuticas, es decir, es la responsable de proteger a los pacientes de ciertos medicamentos. Pero para Gotzsche, esta agencia no está haciendo su trabajo, pues es testigo de cómo la agencia ha aprobado un número considerable de medicamentos peligrosos y cuando son alertados del peligro, no se molestan en estudiar el caso en cuestión de forma seria, lo cual indica falta de interés o soborno.

(Ver: Nobel de Medicina: He visto cómo han parado la investigación de un antibiótico porque curaba del todo.)

Finalmente, Gotzsche dice que hay documentación concreta de corrupción y sobornos en la Agencia Americana e Italiana, por lo que es probable que exista en prácticamente todos los países del mundo, pues así funciona esta industria.

En el libro se nombran varias compañías y llama la atención el hecho de que algunos de los responsables de estas farmacéuticas mostraron estar dentro de la sociopatía al ser interrogados por criminólogos, pues son capaces de vender algo inservible que mata a miles de personas con tal de tener un beneficio económico.

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